Tipos de finales que puedes usar en tus historias según la sensación que quieras darle al lector.
Una historia puede ser 1. muy emocionante de principio a fin, 2. un poco aburrida y lenta al inicio, pero acabar de tal forma que te encanta, o 3. empezar de forma genial, y acabar con un final decepcionante.
Los finales son muy importantes en las historias, porque es con lo último con lo que se queda el lector, el regustillo que se pega en su paladar, y es nuestra responsabilidad decidir si queremos que ese regustillo sea dulce, agrio, salado, o neutro.
En muchas ocasiones, un mal final va a hacer que el lector piense que ha perdido el tiempo leyendo la historia, que no tenía sentido, o que no llevaba a nada, y nadie quiere eso. Por ello, en esta sección te vamos a decir diferentes tipos de finales que puedes hacer para que tu historia, tenga el final que tenga (negativo o positivo), deje satisfecho al lector.
Para empezar, hay que decidir si queremos un final:
- Sin clímax
- Con clímax
1. Final sin clímax:
Para empezar, clímax significa ‘punto culminante’, es decir, una parte muy intensa de la historia.
Los finales sin clímax son el tipo de finales más comunes. A pesar del nombre, no es malo tener un final sin clímax. Simplemente significa que en la escena (o escenas) anteriores ha ocurrido la parte más intensa de la historia, y ahora tenemos un final más calmado. Vamos de 100 a 20 en intensidad para decirlo de alguna manera.
Ejemplos de finales sin clímax:
En “Harry Potter: La piedra filosofal”, Harry se enfrenta a Voldemort casi al final. Ahí es donde se encuentra el clímax de la historia. El final del libro, pero, es Harry volviendo a casa con el tren. Ya no es tan intenso, sino que es un desenlace más calmado.
En “El Señor de los Anillos”, Frodo consigue lanzar el anillo en el punto más álgido del Clímax, pero luego aparece descansando en una cama, volviendo a su comarca, y embarcándose en una nueva aventura, lo cual son escenas más tranquilas que no crean ese subidón de adrenalina que pueden asemejarse a tirar un anillo a un volcán.
2. Final con clímax:
Es un tipo de final menos común. Como dice el nombre, significa que la historia acaba con mucha intensidad, en vez de la usual calma propia de las conclusiones. Esa intensidad no necesariamente significa que acaba con los personajes peleando en una batalla o pegándose a golpes, sino que puede ser una intensidad mental o emocional. Que crea una sensación o reacción muy fuerte en el lector hasta en la última línea.
Tipos de finales con clímax:
Ejemplo de final con clímax que sorprende:
“Piratas del Caribe: El cofre del hombre muerto” tiene su clímax en el momento en que el protagonista, Jack Sparrow, es devorado por el monstruo marino. Luego, todos los tripulantes y compañeros están tristes. Si la historia hubiese terminado ahí, habría sido un final sin clímax. Pero, en el último momento, Tia Dalma le da la opción a los protagonistas de viajar al más allá para recuperar a Jack, y les presenta a la persona que les ayudará: Barbossa, el pirata que debería haber muerto en la primera película pero que resulta que está vivo. La historia termina con esa revelación, que es un gran clímax para el espectador.
Este tipo de finales con clímax suelen ser comunes en historias que van a tener continuación, para dejar enganchado al lector, pero como hemos visto, Harry Potter también es una colección de libros y no lo ha utilizado. Es una elección muy subjetiva.
Ejemplo de Final con clímax agridulce:
Otro ejemplo sería el que se utilizó en un cortometraje de origen nórdico con rating +18. En ese corto, una chica menor se presenta a una fiesta y se emborracha. Hay un chico que es amigo suyo, que está enamorado y se preocupa por ella, pero no se atreve a hacer nada cuando ve que la chica se desmaya por beber tanto y dos hombres mayores la violan. El cortometraje termina con los dos hombres largándose y el amigo tumbándose junto a ella en la cama. Cuando ella despierta, le pregunta si lo han hecho ellos dos. El chico miente y le dice que si. Ella se alegra porque también le gustaba el chico. El corto termina allí.
Este final tiene clímax porque termina con una mentira muy grande que solo saben el chico y el espectador. La sensación que causa este final no es tranquilo, sino perturbador e intenso.
Se recomienda utilizar finales con clímax en historias cortas o cortometrajes, ya que al tener tan poco tiempo para explicar algo, siempre es mejor mantener un ritmo de intensidad alto constante, especialmente en el final, donde se lanza la última sorpresa que debe funcionar como una bomba.
Ejemplo de final con Clímax positivo:
Sería el de Cascanueces: Cuando Clara piensa que todo era un sueño y el cascanueces no era real, observa a un chico que es idéntico a él trabajando en la tienda de su tío y, en esa mirada que comparten, tanto Clara como el espectador saben que realmente sí que es el cascanueces. La historia termina con mucha emoción, tanto para Clara como para el lector.
Finalmente, un último ejemplo de final con Clímax en una historia de misterio:
Generalmente, las historias de misterio acaban sin clímax. ¿Por qué? Porque la parte más intensa se encuentra un poco antes, cuando resuelven el misterio, descubren al asesino, atrapan al ladrón, etc. después de eso, siempre suele haber una conclusión más tranquila donde todos los personajes vuelven a casa, se resuelve la tensión romántica que había en el aire y se termina la obra con algún tipo de reflexión.
Eso anterior no ocurre en ‘Diez Negritos’, cuya última palabra del libro es nada más y nada menos que la revelación de quién era el asesino. En vez de revelarlo antes y hacer un desenlace sin clímax, Agatha Christie decidió mantener el misterio de quién era el asesino hasta en la última página. No es algo sencillo de hacer, pero la reacción que le puede causar al lector es mucho más potente en este caso.
Una vez tienes en cuenta el final con o sin clímax, vamos a explicar los diferentes tipos de finales que puedes poner en tus historias:
1. Final auto-conclusivo:
Como dice el nombre, este final se produce cuando la historia termina de forma definitiva. Cerrando todas las tramas y subtramas, aclarando todas las dudas, y sin dejar lagunas ni cosas sin explicar (a veces pueden quedar cosas al aire, pero en este caso serían mínimas). Es un final que te resuelve todas tus dudas. No queda nada suelto, se nota que la historia no va a tener continuación.
Ejemplos de este final podrían ser los típicos cuentos de Disney: La sirenita, La Bella Durmiente, Blanca Nieves, Pinocho, etc. que si bien tienen secuelas algunas mejores que otras, éstas funcionan como un extra y no como algo necesario para la historia original.
Otro ejemplo de final auto-conclusivo podría ser todo lo contrario: una historia en la que los aliens destruyen todo el planeta hasta que al final no queda absolutamente nada y, por ende, no puede continuar. O una historia de asesinato, donde el protagonista finalmente atrapa al asesino y entonces ya se soluciona la trama, sin nada más que resolver.
Generalmente, el final auto-conclusivo es el final más utilizado en la mayor parte de las historias, al igual que es el final que los lectores y los espectadores están más acostumbrados a ver. (Gambito de Dama, Romeo y Julieta, Hamlet, Greese, Jumanji, Totoro, etc.)
2. Final con epilogo
Es similar al final auto-conclusivo, pero han quedado algunas cosas sin resolver o sin explicar, y como no las quieres explicar en la historia principal porque te gusta el final que has hecho y no quieres alargarlo, pues las explicas en un epílogo.
Por ejemplo,
En la última entrega de Harry Potter, el final real sería en el que Harry finalmente vence a Lord Voldemort. Es un buen final y la historia podría terminar allí, pero… aún quedan algunas cosas sin resolver, ¿Verdad? ¿Qué hará Harry en un futuro? ¿Al final Ron y Hermione terminan juntos? ¿Qué pasa con el mundo de la magia?
Tener que resolver todo esto de forma extendida podría ser muy aburrido para el lector y empeorar el final. Imagina seguir escribiendo como re-construyen Hogwarts, como Harry se compra una casa y tiene hijos, etc. ¿No se haría muy pesado? Por ello, lo mejor que se puede hacer en este caso es escribir un epílogo que en pocas palabras resuma y resuelva las dudas que quedan.
Así pues, en el epílogo de Harry Potter se muestra el futuro de los protagonistas en una sola escena que ocurre en la estación de tren muchos años después, de tal forma que pasamos de un final inacabado, a un final con epílogo auto-conclusivo.
3. Final inacabado
Al contrario que los últimos dos tipos, este final te deja con más preguntas que respuestas. ¿Por qué? Generalmente porque te las va a resolver en un futuro en una secuela o segunda parte de la historia.
Un ejemplo:
La historia trata de dos personas que se enamoran en el Titanic. Ambos pasan por muchas dificultades y momentos románticos, hasta que de pronto el barco choca contra un iceberg y tienen que intentar sobrevivir el hundimiento. La historia termina aquí.
En este caso, el final está claramente inacabado. Hay muchas preguntas sin resolver. ¿Qué va a pasar? ¿Van a sobrevivir al hundimiento? ¿Van a acabar juntos como pareja?
Si acabas una historia de esta manera, dejando muchas preguntas sin resolver y sin tener pensado en hacer una secuela, lo que haces es dejar a un lector muy insatisfecho, por ello hay que tener mucho cuidado con los finales inacabados. ¿Has resuelto todas las dudas? ¿Se ha conseguido el objetivo de la historia? ¿Quedan cabos sueltos?
Otro caso de final inacabado puede producirse en historias donde se hace la biografía de una persona real que aún no ha muerto, ni tampoco ha cumplido su objetivo.
Por ejemplo, la película “Dark Waters” está basada en la experiencia real de Todd Haynes, un hombre que lleva gran parte de su vida intentando demandar a una empresa por vender productos que pueden provocar cáncer. Incluso en la actualidad, Todd no ha podido lograr su objetivo, por lo que la película termina con un pequeño éxito que tuvo, pero no con el éxito que esperaríamos si la película fuera ficción y nos pudiéramos inventar que Todd consigue demandar a la empresa y evitar que vendan más productos cancerígenos.
En estos casos, lo que se puede hacer para dar menos sensación de ‘Final inacabado’ es poner un epílogo o una nota explicando lo que hace la persona en la actualidad. «En la actualidad, Todd Haynes y su esposa aún luchan cada día para…»
4. Final ‘aparentemente’ inacabado.
Parecido al final inacabado porque también te deja una pregunta sin resolver, PERO con la diferencia de que te da una pista muy clara de lo que va a pasar, para que tu mismo te hagas una idea de cómo va a terminar la historia sin que te lo tengan que enseñar o decir directamente.
De esta forma, puede considerarse un final casi auto-conclusivo, pero que le falta la última pieza del puzle que se la tiene que poner el propio espectador. El hecho de obligar a poner la última pieza al espectador puede generar dos consecuencias:
- Al espectador le encanta porque entiende qué ha ocurrido y le provoca una sensación de satisfacción e inteligencia.
- El espectador no llega a entender que ha ocurrido y se siente decepcionado pensando en que es un final inacabado.
Un ejemplo:
Imaginemos una historia sobre amistad. Matt y Davis han sido amigos durante toda su vida. En una parte de la historia, Davis traiciona a Matt, pero al final la amistad es más fuerte y Matt le perdona. La historia continúa y la última escena es la de Matt y Davis escondiéndose de un asesino. Ambos se han ocultado en diferentes sitios de la misma habitación. El asesino está a punto de encontrar a Matt, y Matt decide hacer algo terrible: coge el móvil y llama a Davis, para que así el móvil de su amigo suene y el asesino le encuentre a él. La historia termina con la cara de Davis: sabe que ha sido traicionado.
Este final podría considerarse como final ‘aparentemente’ inacabado porque no vemos qué es lo que ocurre. ¿A quién mata el asesino? ¿Alguien sobrevive? ¡No nos han enseñado lo más importante!
Pero… ¿Es eso verdad? En realidad, en la escena damos suficientes pistas para que el lector sepa perfectamente qué ocurre en el final: Que el asesino acabará matando a Davis y Matt saldrá con vida, habiendo traicionado a su amigo. Terminando de esta forma una historia de amistad con una última traición.
Es un final auto-conclusivo, pero simplemente no se nos enseña la última escena porque no hace falta, con la pista que nos da ya nos hacemos una idea, y esa satisfacción ya es mayor y mejor que ver a Davis siendo asesinado: no hace falta.
5. Final ambiguo
Al contrario que con el final ‘aparentemente’ acabado, donde sabemos claramente cómo acabará la historia aunque no nos lo enseñen, el final ambiguo es diferente porque no sabemos el final de forma clara, podría acabar de forma X o Y, es un misterio que se ha hecho de forma voluntaria.
Este tipo de finales son recomendados en historias donde quieres hacer reflexionar al lector, planteando un tema sin resolverlo para hacerle dudar de todo lo que ha visto hasta ahora y discutir el final con otras personas para averiguar cuál puede ser el final real.
Ejemplo:
En la película de origen, el protagonista es capaz de entrar en los sueños de la gente. Su forma de saber diferenciar si está soñando o no es haciendo girar una peonza: si la peonza nunca para, está soñando, si para y cae, está en la realidad.
En el final de la película, el protagonista logra escapar del sueño y volver a casa con su familia. Lo último que hace, es girar la peonza, que gira, gira, y… La película termina.
¿Está el protagonista soñando aún o no? Como no te dan una pista clara, este final puede considerarse ambiguo.
Otro ejemplo:
En la película ganadora de Oscar ‘Parásitos’, el padre de familia debe esconderse en el sótano de una casa para que la policía no le encuentre, ya que ha cometido un asesinato. El hijo, sabiendo que su padre está en el sótano de esa casa, decide que se va a hacer rico en un futuro para comprar la casa y así salvar a su padre. La película termina de esa forma, sin decirnos si el hijo logró comprar la casa millonaria o no.
Teniendo en cuenta el tema de la película: ‘Los pobres no pueden escalar en la pirámide social’ es muy posible que el hijo nunca llegue a salvar a su padre. El final ambiguo es muy apropiado ya que está hecho para generar este tipo de debates.
6. Final del viaje del héroe
Este tipo de final se da en las historias en las que el protagonista hace un gran viaje que le cambia como persona, solo para acabar volviendo al lugar donde empezó. El lugar en sí no ha cambiado, pero el personaje, su forma de ver el mundo, y su personalidad, sí, gracias a las adversidades que se ha tenido que enfrentar durante su viaje.
Ejemplo:
Bilbo Bolsón empieza en la comarca, hasta que se ve arrastrado a emprender un largo viaje con varios enanos para echar a un dragón de un castillo. Durante todas esas aventuras, Bilbo pasa de ser un Hobbit miedica, vago y tranquilo, a ser un hobbit valiente, intrépido y explorador. Después de matar al dragón y sobrevivir una guerra, Bilbo vuelve a su casita acomodada. Su comarca no ha cambiado, todo sigue igual, pero él ya no es la misma persona que era al principio.
Este tipo de final da una sensación satisfactoria porque se siente conclusivo, y al poner al personaje en la misma situación que al inicio, nos ayuda a apreciar mejor cómo ha cambiado como persona.
Podemos encontrar este tipo de finales en historias que tienen la estructura del viaje del héroe, como “Harry Potter”, “El Señor de los Anillos”, “Star Wars”, “Thor”, “Buscando a Nemo”, «Shrek»…
7. Final cíclico
Terminar donde empezaste.
Dicho así, puede parecer similar al final del viaje del héroe: la historia termina donde empezó, pero la diferencia es que, en este caso, no se trata del personaje viviendo una aventura y volviendo a su hogar físico, sino que la sensación de similitud es mucho más metafórica, intensa e intencional.
La acción y las palabras que se dicen en la primera escena y en la última deben ser idénticas o casi idénticas. El propio espectador debe ver el final y acordarse del principio, de tal forma que le genere una sensación increíblemente satisfactoria, melancólica, o triste. Es un tipo de final muy poderoso y útil a la hora de generar emociones en el espectador.
Por ejemplo:
La historia empieza con dos niñas pequeñas acostadas en la cama. La hermana mayor le está cantando una nana a su hermana pequeña, que se duerme lentamente.
A lo largo de la historia, pasan muchas cosas: ambas hermanas discuten, se perdonan, tienen líos amorosos, se dejan de hablar, pierden el contacto, etc.
La última escena de la historia es la hermana mayor visitando a su hermana pequeña en el hospital. La pequeña se está muriendo. Entonces, la hermana mayor se recuesta en la cama del hospital y le empieza a cantar una nana, la misma que le cantaba cuando eran pequeñas. La hermana pequeña se duerme lentamente, aunque está vez no vuelve a abrir los ojos nunca más.
En este ejemplo podemos apreciar que no se trata de que la hermana mayor se vaya de aventuras, vuelva a su casa de siempre, se meta en la misma cama, y le cante una nana a su hermana pequeña mientras se duermen. No, sino que simplemente cogemos algunos elementos en común (las hermanas, estar recostadas, y la nana) y los situamos en un contexto parecido (cama de hospital)
El lector, al ver la escena del hospital, no podrá evitar recordar la primera escena de la historia. En ese momento, le sobrevendrá una sensación de nostalgia. Porque aunque lo que ocurra sea diferente, parece que acabamos donde empezamos.
Este tipo de final cíclico puede ser de los más emotivos, pero para conseguir generar esa sensación de nostalgia es necesario elegir una primera y última escena de forma muy cuidadosa.
A veces, no solo ocurre en el final-final:
Otro ejemplo:
En Gambito de Dama, la protagonista, Beth, acaba en un orfanato, y allí es donde empieza a jugar ajedrez. Al principio, pero, no tiene un tablero, y por ello cada noche antes de ir a dormir se toma unas pastillas que le ayudan a imaginarse el tablero de ajedrez en el techo de su habitación, donde ella piensa en los movimientos más adecuados para ganar.
Durante la historia, Beth se convierte en un prodigio de ajedrez, pero también se vuelve una adicta a las drogas, especialmente a esas pastillas, hasta tal punto en que siente que las necesita para poder ver el tablero en el techo y ganar.
En la competición final de la historia, Beth ha dejado las pastillas porque ha comprendido que solo le traen desgracia. Y, en el momento más complicado de la partida, donde piensa que va a perder, mira hacia el techo y lo ve: el tablero que veía desde pequeña. No necesita las pastillas, todo estaba en su interior. Gracias a eso, Beth logra convertirse en la campeona del mundo.
Como se puede observar, esta técnica del paralelismo es muy útil para generar una sensación de finalidad, tanto para historias como para arcos de personaje.