Cómo mantener el interés del lector: Consigue que tu historia sea fácil de leer con diálogos y descripciones
El estilo de escribir de cualquier autor es algo muy diverso y personal. Algunos escritores adoran y se les da muy bien describir paisajes, otros son genios a la hora de escribir diálogos dinámicos y realistas entre personajes, otros saben cómo contar situaciones de la forma más entretenida posible, mientras que a otros se les da bien transmitir cómo se sienten los personajes a través de las palabras más adecuadas.
Por otro lado, aunque esa variedad haga que todas las historias sean únicas, hay que admitir que hay estilos que no van a gustar a todos los lectores: algunos van a adorar leer sobre esos paisajes, mientras que otros van a decir ‘Que asco, lleva describiendo un bosque durante 5 páginas, me estoy aburriendo.
Si bien es imposible contentar a todo el mundo y no debemos perder nuestro estilo por lo que pensemos que les puede gustar a los demás, en esta sección queremos dar tips para ayudar a balancear las descripciones y diálogos de tus historias para que no haya un exceso de uno, y carencia de otro.
Para saber cuando usar una cosa u otra, primero debemos saber que tipo de contenido podemos encontrar en una narración:
- Descripción del lugar
- Descripción del ambiente
- Descripción de objetos y detalles
- Descripción de acontecimientos
- Descripción de acciones
- Descripción de gestos
- Descripción de pensamientos
- Descripción de sentimientos
- Diálogos
Tipos de contenido en una historia
Como podemos ver, las historias se basan en describir una gran variedad de cosas, más los diálogos. Ahora vamos a explicar y dar un ejemplo de cada tipo:
1. Descripción del lugar:
Es la descripción más ‘física’ y visual que podemos encontrar en una historia. Es cuando describimos el espacio donde se encuentra el personaje. Podemos describir el lugar de forma objetiva (describimos simplemente lo que se ve), o subjetiva/personal.
- Descripción del lugar objetivo: Andrés y Luca visitaron el parque de atracciones ‘PimPom’, que se encontraba en un descampado alejado del centro de la ciudad. El parque tenía un total de cuatro atracciones, dos de las cuales parecían estar rotas. La poca gente que había estaba sentada en un banco comiendo nubes de azúcar.
- Descripción del lugar subjetivo: Andrés y Luca visitaron el parque de atracciones ‘PimPom’, que se encontraba en un descampado alejado del centro de la ciudad. Al principio, ambos chicos se habían preguntado por qué lo habían situado tan lejos, pero al llegar lo comprendieron. Eso no era un parque de atracciones, era una triste convención de 4 aparatos mecánicos con lucecitas, dos de los cuales estaban definitivamente rotos, al juzgar por la noria, que se tambaleaba con la menor brisa. La poca gente que había -si eso era gente, parecían almas en pena divagando- estaba sentada en un banco, comiendo un algodón de azúcar.
En la descripción objetiva, solo hablamos del aspecto real del lugar, sin añadir nuestra opinión o la de los personajes, mientras que en la subjetiva hacemos incisos y anotaciones personales. Generalmente, estos incisos mantienen más la atención del lector que una simple descripción objetiva, porque le añaden más ‘color’ y ‘esencia’ a la descripción.
2. Descripción del ambiente:
Si en la descripción del lugar nos basamos en el sentido de la vista, aquí vendrían los otros 4 sentidos: tacto, olor, gusto y oído. ¿Qué tiempo hace? ¿A qué huele? ¿Qué se oye? ¿Qué sensación da? ¿Tiene algún sabor?
Ejemplo: Mientras compraban algodón de azúcar, Luca sintió como una pequeña gota de lluvia chocaba sobre su nariz. Miró el cielo y observó que estaba cubierto con un manto tumultuoso de nubes grises. Cada vez hacía más frío, así que Luca se abrochó su chaqueta y siguió contemplando las atracciones. A pesar del pésimo estado del parque, el olor a palomitas, churros y chocolate caliente le envolvía de una forma dulce, y la música retro y repetitiva de las atracciones le provocaba cierta nostalgia.
Con la primera descripción de lugar hemos situado al lector para que se imagine cómo es el sitio, y con esta descripción de ambiente, le hemos transportado allí. Describiendo el ambiente y las sensaciones de Luca, hemos hecho que el lector pueda imaginarse a sí mismo en ese parque.
3. Descripción de objetos y detalles:
Como dice el nombre, este tipo de descripción se centra en detalles más específicos, y generalmente no necesarios, ya que no aportan descripción del ambiente ni de lugar, sino que nos dan más información.
Ejemplo: La nube que se estaba comiendo Luca era más pegajosa y rosada de lo que se esperaba, parecía un remolino de unicornio envuelto en un pequeño y frágil palo de madera. A su derecha, los caballos del tiovivo, cuya madera estaba tan gastada que el blanco se había vuelto marrón, daban vueltas sin cesar.
Como se puede apreciar, en estas descripciones mencionamos el material del que están hechos algunos objetos menores, su color, su estado, etc. No es una descripción tan necesaria como las anteriores, sino que profundiza en el aspecto de los detalles.
Por ejemplo, todos habremos leído historias donde nos hablan de una casa y mencionan la alfombra italiana con detalles renacentistas y la textura de terciopelo, los cuadros rocambolescos con marcos de oro y las mesas ovaladas de roble con acabados de mármol. Este tipo de descripciones añaden a la base que tenemos, pero generalmente no son necesarias.
Si bien está genial dar detalles que te permitan imaginar un espacio a la perfección, un exceso de estas descripciones puede resultar agobiante y aburrido para el lector, ya que realmente no estamos aportando nada en la historia, sino embelleciendo el texto. Cuando el texto empieza a ser excesivo, pero, deja de ser bello. Hay que recordar eso.
4. Descripción de acontecimientos:
Dejando de lado el aspecto más visual y físico, entramos en la descripción de sucesos. Estas descripciones se centran en explicar lo que ocurre, ha ocurrido, o va a ocurrir, ponen en contexto al lector, y explican cualquier tipo de información que no sea las otras que se han mencionado o se van a mencionar.
Ejemplo: Luca y Andrés se encontraban en la biblioteca en pleno mes de Agosto cuando leyeron una leyenda muy extraña. Hablaba del parque de atracciones ‘PimPom’, que era conocido por ser uno de los parques más grandes y exitosos del mundo, o al menos, era. Desde un accidente terrible en su montaña rusa, ‘PimPom’ había sido apodado por el público como el parque maldito, ya que toda persona que se montaba en una atracción acababa sufriendo un letal accidente poco después.
En este ejemplo, estamos dando una información sobre el mes en el que se encuentran los protagonistas, el parque, su leyenda y otros detalles. Al igual que con las descripciones de lugar, hacer este texto muy largo puede cansar al lector, por lo que siempre se recomienda esparcir la información a lo largo de la historia, y no ponerla toda de golpe (imagina si ahora hubiésemos explicado todo sobre el parque en 20 hojas, habría resultado bastante tedioso de leer. Aquí hemos puesto un pequeño dato, y más adelante podemos decir más cosas sobre este misterioso parque.)
5. Descripción de acciones:
Son las descripciones que narran los movimientos físicos que hacen los personajes o los objetos. Andar, nadar, reír a carcajadas, chocar contra un árbol, comer, entrar en una habitación, abrir una puerta, sentarse en una silla, observar desde el balcón, etc.
Ejemplo: Después de comer unos churros y tomarse un chocolate caliente que estaba más bien tibio, Andrés tuvo la genial idea de subirse a la montaña rusa. Nadie la había usado en años, pero la atracción estaba abierta. Andrés compró un ticket único y se sentó en el primer vagón. Mientras esperaba a que alguien arrancara la atracción, miró el móvil y vio que ya era casi medianoche.
En este ejemplo, vemos varias acciones que realiza Andrés. Come, bebé, se sube a una montaña rusa, se sienta en el vagón, y mira el móvil. Describir las acciones que hace un personaje ayuda al lector a imaginarse la escena como si fuera una película. Por otro lado, también existe el problema de un exceso de acciones.
> Andrés bebió chocolate caliente.
>Andrés removió con la cuchara de madera el chocolate caliente, que echaba un cálido humo sinuoso. Luego, se lo acercó a la nariz y lo olió con gusto. Casi podía saborearlo. Le encantaba el chocolate. Con una gran sonrisa, Andrés cogió la taza con ambas manos y lentamente bebió la cálida bebida.
En el primer ejemplo hemos resumido la acción en 5 palabras, mientras que en el segundo ejemplo hemos fragmentado la acción en muchas mini acciones, 52 palabras en total.En este caso, algunas personas preferirán la segunda opción, pero otras dirán que es excesiva e innecesaria.
Para ir seguros, generalmente se recomienda describir ‘en exceso’ las acciones que nos parezcan importantes. Las que no lo sean, es mejor dejarlas simples, porque de otra forma nos hacen perder el hilo de la historia con detalles irrelevantes. (Imagínate que cada acción estuviera descrita como el segundo ejemplo, no acabaríamos nunca)
6. Descripción de gestos:
Si describir las acciones es la base necesaria de una historia, describir los gestos sería un plus que, aunque no parezca necesario, es el que realmente hace que las escenas cobren vivacidad, naturalidad y realismo. Con los gestos nos referimos a las expresiones faciales de los personajes, los movimientos de manos, sus tics, y otros detalles más imperceptibles.
Por ejemplo: Luca miró con una mezcla de admiración y envidia como Andrés, con gran impulso, bajaba el martillo y golpeaba con fuerza contra la atracción ‘El martillo de Thor’. Andrés sonrió victorioso y alzó los puños al aire cuando se percató de que había batido el récord.
‘Miró con mezcla de admiración’, ‘sonrió victorioso’, ‘alzó los puños al aire’ son descripciones que nos cuentan gestos pequeños pero importantes que hacen los personajes. Al contrario que andar, comer o correr, estos gestos nos ayudan a saber qué sienten los personajes sin que ellos tengan que decirlo directamente. Para que el lector se sienta más identificado con un personaje y con la historia, es muy importante describir los gestos de todos los personajes.
7. Descripción de pensamientos:
Hemos hablado de la descripción del espacio, los sucesos, y las acciones y gestos de los personajes. En este caso, la descripción de los pensamientos se centra completamente en el interior de los personajes. ¿Qué se les pasa por la cabeza?
Por ejemplo: Andrés estaba convencido de que, antes o después, algo malo iba a pasar en ese parque de atracciones. Tal vez había sido una mala idea ir allí.
En este párrafo, revelamos un pensamiento que nos dice la opinión de Andrés sobre lo que está ocurriendo. Es importante añadir lo que piensan los personajes a lo largo de toda la historia, porque así es como enseñamos su verdadera personalidad. No todo el mundo dice lo que piensa, pero gracias a los libros podemos saber en cualquier momento lo que le pasa por la cabeza a un personaje (dependiendo del punto de vista que escribamos) Gracias a saber sus pensamientos, nos vamos a meter más en la historia, vamos a apreciar -o no- al personaje y entenderemos porque toma las decisiones que toma.
Hacer que un personaje se comporte de una forma pero piense todo lo contrario es una forma muy interesante y original de jugar con la descripción de pensamientos.
8. Descripción de sentimientos:
Es muy similar a la descripción de pensamientos, y de hecho en la mayoría de ocasiones no las vas a poder distinguir. En este caso, hemos querido separarlas para enseñar la importancia de no sólo narrar lo que piensa el personaje de forma objetiva, sino también escribir sobre sus sentimientos y emociones.
Por ejemplo: A Andrés él le gustaban los misterios, pero, ¿valía la pena poner su vida en peligro para demostrar que lo sobrenatural era real? No paraba de pensar en que debería decirle a Luca de irse de allí, pero no quería decepcionar a su amigo. Además, estaba harto de que le llamaran cobarde.
Sin esta descripción de sentimientos, no habríamos tenido ni idea de que Andrés se sentía así. Al saber esta información, comprendemos mejor al personaje. Ya no es un chico que pasea por un parque de atracciones y ya está, sino que tiene sus propios dilemas y aspiraciones.
9. Diálogos:
Finalmente llegamos a los diálogos, que no son ninguna descripción, sino que transmiten lo que dicen los personajes directamente.
Por ejemplo (diálogo directo): Luca miró a su amigo con asombro. “Andrés, ¿de verdad quieres subirte a la montaña rusa esta medianoche?”
Hay historias que tienen muchos diálogos (los personajes hablan mucho. El máximo de esta expresión serían las obras de teatro. También hay historias donde casi no hay diálogos, sino que el autor utiliza la descripción de acontecimientos para sustituir lo que se dice.
Por ejemplo (diálogo indirecto): Luca miró a Andrés con asombro y le preguntó si pensaba subirse a la montaña rusa esa medianoche.
En este caso, no se transmite directamente lo que dice el personaje, sino que lo contamos de forma indirecta.
¿Qué diálogo es mejor, el directo o el indirecto?
En este caso, no se puede dar una respuesta final, ya que es algo muy subjetivo. Ninguno es mejor que el otro, pero personalmente, si queréis mantener la atención del lector, siempre se recomendará utilizar el diálogo directo.
¿Por qué?
La razón principal es mayoritariamente psicológica. Cuando una persona lee algo, se tiene que enfrentar a párrafos y párrafos de letras uno detrás de otro y puede ser agobiante para la vista. Es por eso que existen los párrafos, para separar las palabras en pequeños bloques que nos ayudan a la vista y a la comprensión.
¿Qué preferirías? Leer una hoja de Word donde no hay párrafos y todo es una masa sin separaciones, o una bien separa? La respuesta correcta es la segunda.
Con los diálogos pasa algo muy parecido. Al utilizar una estructura diferente a las descripciones (los diálogos usan guiones largos — o comillas “…”) lo que hacemos es darle un respiro al lector, un cambio de aires que suaviza la lectura.
La otra razón -relacionada con la anterior- es que después de leer mucho texto narrando algo que sucede, añadir un diálogo directo puede hacer que la acción parezca más cercana.
Tip: Si no sabes en qué momento utilizar diálogo directo y diálogo indirecto, intenta repartirlos según su importancia. Si lo que se dice es poco importante, muy largo, aburrido, repetitivo o extraño de decir en voz alta, hazlo indirecto, y si es importante, emotivo, interesante y/o ‘realista’ (es decir, que no queda extraño que se diga en voz alta) haz que sea un diálogo directo.
Por ejemplo:
Luca no paraba de decirle a Andrés de subirse a la montaña rusa para comprobar si la maldición de medianoche era real, pero Andrés no podía evitar sentir escalofríos ya solo de mirar la gran y endeble estructura.
“Luca, ¿No crees que deberíamos dejarlo aquí? ¿Qué pasa si quedamos malditos de verdad?”
“Si no quedamos malditos, estamos a salvo, y si quedamos malditos, podremos demostrar que lo sobrenatural existe. ¡Ganamos de las dos formas!” Explicó Luca, demasiado convencido. Personalmente, Andrés pensaba que perdían de ambas formas.
Al principio, hemos usado el diálogo indirecto para explicar que ‘Luca no paraba de decirle a Andrés de subirse a la montaña rusa’ Si lo hubiésemos escrito con diálogo directo, habría sido agobiante: “Andrés, subamos a la montaña”, “Andrés, venga subamos a la montaña”, “Andrés-” No es necesario, no nos dice nada y retrasa las partes interesantes de la historia.
Por el contrario, en el diálogo directo sí que hemos destacado una información más relevante que no se habría podido explicar de igual forma si se hubiese hecho de forma indirecta.
Cómo balancear los elementos que conforman la historia
Así pues, podemos dividir las narraciones de cualquier historia en las siguientes partes:
Contexto del lugar:
- Descripción del lugar
- Descripción del ambiente
- Descripción de objetos y detalles
Lo que ocurre:
- Descripción de acontecimientos
Lo que se hace:
- Descripción de acciones
- Descripción de gestos
El interior del personaje:
- Descripción de pensamientos
- Descripción de sentimientos
Y los diálogos:
- (directo e indirecto)
La parte complicada a la hora de escribir cualquier historia es aprender a jugar con estos 9 elementos y combinarlos de tal forma que se explique la historia de la mejor forma posible.
Una misma historia se puede contar de infinidad de formas, porque todo el mundo va a escoger palabras diferentes para contarlo, y también porque las van a ordenar de forma distinta. Alguien va a querer explicar en detalle cómo era el bosque que cruzaba caperucita roja y la leyenda detrás del lobo, mientras que otra persona va a mencionar el bosque de pasada y se va a centrar en los sentimientos de caperucita cuando descubre que el lobo es su abuela.
Teniendo esto en cuenta, es imposible dar un consejo único y objetivo de cómo ordenar y contar una historia para que sea perfecta, porque habrá mil formas diferentes de hacerlo bien.
Lo que sí se puede hacer es observar que rasgos tienen las historias que atrapan al lector, que trucos y estructuras siguen para hacer que su forma de narrar no se haga pesada, sino todo lo contrario. Si analizamos esto, vamos a descubrir que hay un montón de elementos que se repiten, y esos son los que podríamos llamar ‘Buenos tips a la hora de escribir’
Tips de cuándo y cómo usar ciertas descripciones, diálogos y mucho más:
1. Utiliza todos los tipos de descripciones:
Vamos a empezar por lo más importante: Siempre intenta usar todos los tipos de descripciones y diálogos que hemos explicado anteriormente en tu historia. ¿Por qué? Porque como hemos podido comprobar, cada uno nos da una información y un punto de vista diferente que hará que tu historia sea más completa y profunda.
2. No escribas largas y numerosas parrafadas seguidas de solo un tipo de descripción.
Es el caso que hemos mencionado antes donde, en muchos libros, nos vamos a encontrar una descripción de la comida que se toman los protagonistas de nada menos que 5 páginas. Parece imposible, pero pasa muy a menudo. Sin exagerarlo tanto, en muchas historias también vamos a encontrar largas descripciones del paisaje o del pensamiento del personaje. Cuando estas descripciones son tan largas, acaban aburriendo, desconcentrando o sacando al lector de la historia.
Cuando escribas mucho sobre un solo tipo de descripción, pregúntate lo siguiente:
- ¿Es necesario?
- ¿Es importante la información que estoy dando, ayuda o mejora la historia en algo, o le resta importancia a otros asuntos más importantes?
- ¿Al lector le va a importar esto que estoy contando? ¿No se le va a hacer pesado?
- ¿Lo puedo contar de forma más resumida pero hermosa?
- Si la información es necesaria, ¿Puedo contarla en diferentes momentos a lo largo de la historia? ¿Por qué debería hacerlo ahora todo de golpe?
- ¿Puedo contar esta información de otra forma que no sea con una descripción? ¿Como por ejemplo, un diálogo?
Si crees que hacer un capítulo donde el personaje únicamente reflexiona sobre su vida (descripción de pensamiento y sentimientos) es algo que tu historia necesita y que es importante, entonces adelante, pero recuerda que tienes la opción de mezclarlo con otras descripciones y diálogos para hacerlo más envolvente y profundo.
3. El aspecto exterior importa.
Algo que te puede ayudar a comprobar -aunque no sea 100% infalible- a saber si tu historia se puede leer con cierta fluidez y posee dinamismo, es mirarla desde lejos. No, no es una metáfora. Esa página de Word o drive en la que estás trabajando (o si lo haces en otro sitio, te recomiendo hacer un copy-paste en Word para comprobarlo) ponlo en visualización de dos páginas, y observa el aspecto que tienen de lejos.
Ejemplo 1:
Ejemplo 2:
La gran mayoría de obras que atrapan a los lectores tienen una estructura similar a la del ejemplo 1. ¿Por qué? Porque el cerebro humano entiende y aprecia mejor la información cuando está esquematizada. (por eso para estudiar y recordar mejor nos hacemos esquemas)
En el segundo caso, donde todo está junto, cuesta saber qué es importante y que no, independientemente del contenido, no ayuda a la vista, mientras que en el primer ejemplo las frases, pensamientos y acciones importantes se van dividiendo en diferentes párrafos que nos mueven por la historia con más fluidez. La información que se explica puede ser la misma, pero está contada y fragmentada de otra manera.
Por supuesto, cuando solo hay un personaje es más difícil de hacer este tipo de formato fragmentado ya que se pueden usar tantos diálogos (a no ser que hable solo) pero aún así, siempre se pueden buscar formas de dar este dinamismo tan importante.
4. Usa los diálogos para engañar al lector.
El mejor truco para mantener el interés del lector y darle un respiro es a través de los diálogos. Son el mejor comodín para cualquier escritor. ¿Sabías que los diálogos pueden sustituir casi cualquier tipo de descripción si se hacen bien?
Imagina que llevas siete u ocho párrafos narrando cosas que está haciendo tu personaje. ¿Se está haciendo algo pesado, verdad? Para ti puede que no, pero el lector va a buscar algo nuevo, diferente. Tú puedes dárselo, convirtiendo cualquier párrafo en un diálogo.
¿Cómo?
Para empezar, los diálogos no solo son: “Hola” dijo Clara.
Todos los diálogos pueden llevar incrustados cualquiera de las descripciones que hemos ido mencionando a lo largo de esta sección.
Ejemplo sin diálogo:
Mientras esperaba su tren en la estación del Norte, Clara se dio cuenta de que Nick, su ex-prometido, se encontraba sentado en uno de los bancos, sujetando una maleta. Con una mezcla de valentía y timidez, Clara se acercó a Nick, se sentó a su lado y le saludó, pero Nick, a pesar de reconocerla, la ignoró, lo que causó que el ambiente se pusiera muy tenso.
Ejemplo con diálogo:
“Hola, Nick,” saludó Clara tímidamente, sentándose al lado del que una vez había sido su prometido. Le había visto medio dormido en uno de los bancos de la estación de tren del norte, y no había podido evitar acercarse.
Nick la miró por unos segundos, la sorpresa de sus ojos siendo lo único que le indicó a Clara que la había reconocido, pero aún, no le dijo nada. Siguió mirando al frente, hacia las vías.
“¿Dónde vas?” preguntó Clara, ignorando el discreto rechazo de Nick. Hacía tres meses que no se habían visto. “Yo tengo que coger el que va dirección a Portland.” explicó, intentando sonar despreocupada. A pesar de eso, no podía apartar la vista del suelo, que estaba repleto de chicles, billetes de tren arrugados y un panfleto de San Valentín. Ah, qué forma más extraña tenía la vida de reírse en su cara.
Aquí, hemos utilizado un diálogo muy simple (hola, donde vas) como excusa para engañar al lector. Podríamos haber explicado esta escena sin diálogos, como en el primer ejemplo, pero al añadirlos estamos haciendo que la escena sea más especial, más directa. Los diálogos nos ayudan a involucrar mucho más al lector y a darles un respiro.
Este tipo de diálogos son tu mejor amigo en cualquier tipo de historia que tenga más de un personaje. Puedes abusar de ellos ya que, al mezclarlos con la descripción de forma tan natural, el lector nunca va a sentir que ‘hay demasiados’.
¿Y si mi historia o escena solo tiene un personaje?
También puedes añadir diálogos depende de lo que cuentes. Por ejemplo, si tu personaje está solo y está recordando algo, puedes hacer lo siguiente:
Por ejemplo: Marc no paraba de pensar en la paliza que le habían dado a su hermano. Estaba furioso y quería venganza, pero… ¿Cómo iba a ganarles a una panda de maleantes que se dedicaban a golpear a gente indefensa por placer?
“Estoy jodido…” suspiró Marc, mirando el techo grisáceo de su habitación.
Aquí, hemos convertido en diálogo un pensamiento que podría tener Marc. En verdad no es necesario, pero ¿A qué queda bien? Nos saca de la descripción, nos da una imagen de lo que está haciendo y cómo se siente, y lo más importante aún, rompe el bloque enorme de párrafo que probablemente estábamos creando.
5. Mezcla las descripciones que quieras en un mismo párrafo o diálogo.
Aunque al inicio del post hayamos hablado de los tipos de descripciones, no significa que solo tengas que hablar de una sola cosa por párrafo. En realidad, suele ser todo lo contrario. En la mayor parte de ocasiones, vamos a encontrarnos con muchos (o incluso todos) los tipos de descripciones en un mismo párrafo o diálogo.
Por ejemplo: “¿Qué demonios estáis haciendo?” gritó Mary, entrando en la habitación de un portazo y empezando a toser en cuanto el humo negro de la explosión alcanzó su nariz. “¡Os dije que no podíais meteros en problemas!” regañó entre brotes de tos. Mary odiaba a su hermano, definitivamente pensaba mudarse de esa casa de locos en cuanto sus ahorros se lo permitieran.
Aquí, en vez de describir como Mary va a la habitación de su hermano y se encuentra con el humo, empezamos con su diálogo, luego seguimos con su acción (entrar en la habitación) y el lugar (habitación) Añadimos otro diálogo más para que el párrafo siga siendo dinámico, continuamos con sus gestos (regañó, brotes de tos) y acabamos con sus sentimientos y pensamientos (odia a su hermano, piensa irse de casa)
Así pues, con solo un párrafo podemos meter las cosas que queramos, solo tenemos que ser consecuentes y decidir si lo que escribimos está quedando bien, tiene sentido y es fácil de leer.
6. Lee y analiza tus libros favoritos. Averigua qué estructura utilizan.
Cuando nos ponemos a analizar las cosas que nos gustan, es cuando nos damos cuenta de que la realidad es más compleja de lo que parece. Además, ya hemos mencionado que no hay un orden perfecto en la narración de historias, ya que es muy subjetivo, y por eso en este blog hablamos de los elementos que generalmente funcionan mejor para contentar a todos los públicos. Aún así, seguro que vas a poder sacar muchas más conclusiones si analizas a tus autores favoritos con las herramientas que te hemos dado, ya que se va a acercar más a tus gustos.
7. No describas lo primero que se te ocurra.
“Lo primero que hay que describir siempre es el lugar.”
¡No! No necesariamente, al menos. Cuántas historias habremos leído donde empiezan con un: ‘Era un día nublado de Otoño…’
Para evitar caer en esos tópicos, no escribas lo primero que se te ocurra. Piensa en lo que quieres contar, y en cual es la mejor y más interesante forma de hacerlo. Igual tienes que empezar por un diálogo, un pensamiento, un suceso, o hablando sobre un detalle que a primera vista sea ridículo.
“¿Dónde está yendo Papá con el hacha?” Preguntó Fern a su madre mientras preparaban la mesa para el desayuno. – E B White.
En este libro, el autor decidió empezar por un diálogo y la descripción de lo que hacían la madre y el hijo. ¿No te genera mucho más interés que si llueve o no ese día? Eso es porque el autor se lo pensó mucho antes de decidir como empezar, y en el resultado se aprecia. Si quieres leer más ejemplos de frases increíbles para iniciar una historia (o una escena), puedes buscar ‘The best opening lines in writing novel history’
8. Cuando acabes de escribir un capítulo, deja que pasen unos días y vuélvelo a leer.
Con la mente fresca es más fácil darte cuenta de si te has pasado con algo y debes quitarlo, o si te falta añadir más detalles o diálogos en una escena. En el momento, es muy difícil percatarse de lo que uno escribe, porque somos el autor. Al cabo de unos días, pero, nos convertimos en el lector, y es ahí donde nuestra opinión importa.
Todos hemos escuchado a alguien decir que había escrito algo cuando era joven y, al volver a leerlo, le ha dado una vergüenza terrible. Ese sentimiento es normal, pero cuanto mejor escribes, más desaparece, hasta que acabas leyendo algo muy antiguo y diciendo ‘Wow, era un genio’. Releer tus capítulos y hacer los cambios pertinentes va a hacer que, pasen los años que pasen, puedas apreciar tus antiguos escritos.